Como detective,
impertérrito,
te busco,
no te encuentro.
Me acucia el miedo a perderte,
me desvanece
la idea
de que,
algún día,
te vayas.
Te busco entre líneas,
entre libretos cinematográficos,
te busco entre azares,
entre plazas nocturnas.
Te busco bajo la noche,
luna brillante,
princesa permeable,
sensible.
Acaso esa oscuridad,
esa banalidad proveedora de miedo,
sea el resultado,
de buscarte.
Y esa oscuridad es luz,
porque,
todo el tiempo,
me invita a buscarte,
descubrirte.
Y ya no te busco,
no es necesario,
es innecesario,
ya te busqué.
Llegaste a mí,
llegué a vos,
llegamos a nosotros,
ya está.
Ser inasible,
inconmensurable,
qué tragedia la mía,
la de no alcanzarte.
Son solo vanas palabras,
masculladas,
una vez arrojadas,
a la palestra
con la que se pinta
nuestro amor.
G.-
sábado, 18 de septiembre de 2010
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