A veces lo indecible sólo es imaginable...
Lo que decanta como tinta destilada son palabras y palabras. Pero, ¿cómo podemos asegurarnos que esto que decimos es esto que estamos queriendo decir? Lo indecible no es más que la marca flagrante del pasado que vuelve una y otra vez sobre el presente de los mortales, tal como la bruma vuelve al mar tras el paso de las olas por la costa.
¿Qué es la belleza,
sino ese instante en el que se detiene la vida
cada vez que tus ojos se detienen en los míos
y ven que este mar de energía
no está más que sumergido
en el movimiento suave de tu boca?
Tan sólo la vida sabe vivir lo que tras la marea del Estigia queda. Los espíritus recogen cartón y lo llevan hasta un desarmadero de la dignidad, donde una máquina motora surge de la nada para desgarrar la vida - otra vez - y hacerla trizas contra la voluntad.
La voluntad.
La voluntad de verte y verte, en terrores, en aciertos, en playas y en Caseros. Ver para creerte, tocar para sentirte, estar para estarnos. ¿Dónde se inmolan las palabras que arrojamos al sol?
¿Qué se manifiesta?
¿Cómo lo hace?
¿Por qué?
La voluntad.
A través de la palabra y de la música.
¿Quién sabe?
G.-
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