Cursi es la nostalgia,
como hotel de ruta secundaria,
como mirando al sol engaña
a la vida muerta en un sisal.
La cama desvencijada
y las paredes rotas de recuerdos,
los galpones vacíos de ilusiones
y un manzano que no da más.
El pasto seco de andar
junto a los ladrillos rojos
y la mugre del parral
que no fue más que una pincelada de papá.
El tendedero de ropa desteñida
lavada por mamá
y los higos llenos de jugo
para esquivar el hambre por la falta de pan.
La puerta sellada y la sin llave,
se golpetean como hermanos
que no saben de sus padres
ni de sus manos rozando el aire.
Cursi es recordar sin acordar
que la vida es un crisol
donde se cruzan el amor y el dolor
sin reparos ni estupor.
G.-
viernes, 18 de septiembre de 2015
miércoles, 12 de agosto de 2015
5000
Es una cifra redonda, porque nos gusta todo lo que cierra (o todo lo que abre desde algún lugar conocido).
Nos gusta la sorpresa de todos los días: la de encontrarnos casi siempre con el mismo orden de cosas.
Nos gusta que cierre, otra vez, que sea concreto. Que cierre.
Sólo quiero abrir.
Para cerrar están las heridas.
Agua y sal, pues.
G.-
Nos gusta la sorpresa de todos los días: la de encontrarnos casi siempre con el mismo orden de cosas.
Nos gusta que cierre, otra vez, que sea concreto. Que cierre.
Sólo quiero abrir.
Para cerrar están las heridas.
Agua y sal, pues.
G.-
viernes, 29 de mayo de 2015
Desoxidémonos para crecer
Alguna vez creí en las historias que me contaban de chico
antes de dormir. Siempre tuve la ligera sospecha de que su estructura era la
misma. Cuando, con el tiempo, empecé a leer y llegué a García Márquez, me di
cuenta que era cierto: eran reales. Un buen cuento es aquel que se cuenta como
nos lo contaban nuestros padres y abuelos (algo así decía Gabo). Principio, nudo y desenlace. A veces creo que
la vida se compone así también. Empezás algo, en algún momento se presenta
algún conflicto (o no) y luego se resuelve. Las formas de resolución son
varias. Algunas veces ni siquiera tienen fin (aunque no me convence mucho eso
del “final abierto”; abierta es la vida por la vida misma, no los finales,
porque si no, no serían finales).
Creo en la reencarnación del espíritu, porque de hecho,
todos los días renacemos. Sin ser con toda la épica de un ave fénix, renacemos
para seguir viviendo, nos desoxidamos de la mugre del ayer, de la resequedad de
nuestros metales llenos de moho e intentamos recomenzar, para seguir creciendo.
No es una cuestión de ser mejor o peor. Creo, más bien, que se trata de crecer
en un sentido, elegir el sendero de vida, estudiarlo, bocetarlo, apuntalarlo y,
en definitiva, hacerlo como la vida se hace a sí misma. Y es que creo que esa
es la vida misma. Elegir un camino, forjarlo, hacerlo, disfrutarlo y
enfrentarlo, hacerlo nuestro y compartirlo con el resto. Dejamos las cuevas
hace tiempo y la vida se ha ampliado, porque la perspectiva lo ha hecho. No
podemos aventurarnos más allá del límite de la vida si es que aún no han
llegado nuestros sentidos. Aunque comentario aparte necesitaría la cuestión del
Más allá…
A veces perdemos el rumbo. No digo que sí o sí vayamos a
caer en el vicio o alguna de esas cosas. Todos tenemos algún vicio, está bien,
pero no es ese el punto. La cuestión acá es que para que un cuento, un relato o
una situación se precipiten hacia su fin, debemos recortarle el final,
tajonearlo un poco, desmantelarlo, hervirlo, hacerlo nuestro. Debemos
desencajarnos completamente, romper el molde, henchirnos de desasosiego y salir
a pelearla como se pelean los lobos por el botín.
No hace falta comerse a nadie. Más bien se trata de
compartir. ¿Qué es lo que más acostumbramos a compartir? Historias. Historias
de vida. Sabemos de este o de aquel otro, pero no sabemos nada acerca de
nosotros mismos. Sabemos que el sol se pone por ese lado o que la luna rebota
en el mar para hacerlo rebalsar, pero no sabemos si nuestros besos valdrán más
que mil palabras o si nuestras cabezas podrán soportar la carga diaria de la
rutina y el aburrimiento.
Basta con que, una mañana cualquiera, uno acaricie el cuerpo
de quien ama, para saber que esta vida es verdadera y que vale la pena ser
vivida. Las únicas verdades son tres: la poesía, la música y el amor. Y más
aún, es la última de estas verdades la que rige a las otras dos y a lo que toda
bienaventurada acción humana se dirija a hacer. Sin el amor, no hay verdad
posible.
En estas breves líneas no voy a poder desentrañar todo lo
que el amor significa para mí. Lo importante es saber que sea bajo las caricias
otoñales de un álamo, delante del crujir de las olas de un mar embravecido o
recorriendo con la vista el último recuerdo de la puesta del sol, es decir, sea
como sea, el amor está ahí, al alcance de la mano. Basta con mirar a los ojos,
inmolarse en ese instante de completa indefensión, de total entrega, para saber
que el amor está ahí.
El amor siempre está. Los que no hemos de rehuirles somos
nosotros. Amemos y hagamos que el mundo ame. Es lo único que nos salvará de nosotros
mismos.
Desoxidarse y crecer es sacarse los fantasmas de adentro y
salir a caminar con el viento besándonos el cuerpo. Sacarnos la herrumbre de
antaño de encima y vestirnos de vida, desde los pies hasta la cabeza, he ahí el
amor. He aquí, donde las palabras jamás podrán agotar la significación.
G.-
domingo, 1 de marzo de 2015
Venus
Desde la geografía incandescente de tu cuerpo
emana el perfume con el que amanezco a diario,
impregnado en mi piel de hielo petrificado
como en mi memoria henchida de presente.
emana el perfume con el que amanezco a diario,
impregnado en mi piel de hielo petrificado
como en mi memoria henchida de presente.
Las horas se deshacen entre idea e idea,
entre desasosiegos y desplaceres,
mientras la quietud discordante de tu lejanía
pinta opacamente el tiempo.
mientras la quietud discordante de tu lejanía
pinta opacamente el tiempo.
La oscuridad inmanente de tu vértice me atrae,
como un crédulo pagano ignoro tu acecho
lleno de pasión y perseverancia,
lleno de alma y sábanas.
como un crédulo pagano ignoro tu acecho
lleno de pasión y perseverancia,
lleno de alma y sábanas.
Sobran las palabras cuando acciones no faltan,
cuando tus labios de rojo carmesí
se funden con el atardecer de verano,
cuando nos miramos sin reparos.
cuando tus labios de rojo carmesí
se funden con el atardecer de verano,
cuando nos miramos sin reparos.
Si apostamos a la vida como apostamos al amor,
que es lo mismo pero visto sin dolor,
juguémonos por lo nuestro y lo aquello,
por lo que somos y por lo que seremos / todos los fuegos el fuego.
juguémonos por lo nuestro y lo aquello,
por lo que somos y por lo que seremos / todos los fuegos el fuego.
G.-
miércoles, 7 de enero de 2015
Queen Crimson
¿De dónde saliste, luciérnaga flamante que desborda el alma?
Todas las repuestas comienzan con una pregunta, aunque las preguntas siempre empiezan con una respuesta. Tal como si supiéramos todo nuestro destino de antemano, tejemos enredaderas voraces que nos permiten escapar del litigio ominoso, de esta afrenta tan inexpugnable que nos carcome de a poco como un amplificador desgastado y lleno de telarañas.
¿Qué es a lo que nos enfrentamos?
A un mar insólito de verborrágicos seres que, a tientas en la oscuridad, sólo atisban a derramar su saliva ácida sobre el strawberry fields de nuestros encuentros furtivos bajo la luz de la luna. Mientras tanto la marea sube y el piano va cuesta arriba buscando el placer de tus planicies oníricas, donde mis manos solo atinan su golpe de gracia a la hora en la que los fantasmas hacen de nuestra casa la suya.
Reina carmesí que crepitas como las hojas del otoño,
eximio ángel que renace a mares de entre las cenizas
de un pasado que no nos pertenece, ese de antaño,
donde tu mano y mi mano sólo eran escarcha en un herrumbrado prado.
Sólo basta que el desgaste de los segundos nos invada
y que el cielo sereno se venga abajo
o que el sol alumbre su propia sombra,
para que tu rostro terso se pose sobre mis manos.
¿Cómo desestimar tu canto de altura de montaña,
donde ningún rascacielos alcanza siquiera a rozar
y tan tamaña hazaña me encomiendas,
esa de ser justo al acompañar?
Presente encolumne de esperanza
donde descansan mis sueños de esmeraldas almibaradas
y tus ojos de luna siempre atentos
a mis movimientos desaforados y esbeltos.
Ven hacia mí,
descansa en mí,
recubrámonos de pasión
tal como el canto del zorzal se ciñe sobre el tango.
G.-
Todas las repuestas comienzan con una pregunta, aunque las preguntas siempre empiezan con una respuesta. Tal como si supiéramos todo nuestro destino de antemano, tejemos enredaderas voraces que nos permiten escapar del litigio ominoso, de esta afrenta tan inexpugnable que nos carcome de a poco como un amplificador desgastado y lleno de telarañas.
¿Qué es a lo que nos enfrentamos?
A un mar insólito de verborrágicos seres que, a tientas en la oscuridad, sólo atisban a derramar su saliva ácida sobre el strawberry fields de nuestros encuentros furtivos bajo la luz de la luna. Mientras tanto la marea sube y el piano va cuesta arriba buscando el placer de tus planicies oníricas, donde mis manos solo atinan su golpe de gracia a la hora en la que los fantasmas hacen de nuestra casa la suya.
Reina carmesí que crepitas como las hojas del otoño,
eximio ángel que renace a mares de entre las cenizas
de un pasado que no nos pertenece, ese de antaño,
donde tu mano y mi mano sólo eran escarcha en un herrumbrado prado.
Sólo basta que el desgaste de los segundos nos invada
y que el cielo sereno se venga abajo
o que el sol alumbre su propia sombra,
para que tu rostro terso se pose sobre mis manos.
¿Cómo desestimar tu canto de altura de montaña,
donde ningún rascacielos alcanza siquiera a rozar
y tan tamaña hazaña me encomiendas,
esa de ser justo al acompañar?
Presente encolumne de esperanza
donde descansan mis sueños de esmeraldas almibaradas
y tus ojos de luna siempre atentos
a mis movimientos desaforados y esbeltos.
Ven hacia mí,
descansa en mí,
recubrámonos de pasión
tal como el canto del zorzal se ciñe sobre el tango.
G.-
sábado, 29 de noviembre de 2014
"Todos mienten"
A veces lo indecible sólo es imaginable...
Lo que decanta como tinta destilada son palabras y palabras. Pero, ¿cómo podemos asegurarnos que esto que decimos es esto que estamos queriendo decir? Lo indecible no es más que la marca flagrante del pasado que vuelve una y otra vez sobre el presente de los mortales, tal como la bruma vuelve al mar tras el paso de las olas por la costa.
¿Qué es la belleza,
sino ese instante en el que se detiene la vida
cada vez que tus ojos se detienen en los míos
y ven que este mar de energía
no está más que sumergido
en el movimiento suave de tu boca?
Tan sólo la vida sabe vivir lo que tras la marea del Estigia queda. Los espíritus recogen cartón y lo llevan hasta un desarmadero de la dignidad, donde una máquina motora surge de la nada para desgarrar la vida - otra vez - y hacerla trizas contra la voluntad.
La voluntad.
La voluntad de verte y verte, en terrores, en aciertos, en playas y en Caseros. Ver para creerte, tocar para sentirte, estar para estarnos. ¿Dónde se inmolan las palabras que arrojamos al sol?
¿Qué se manifiesta?
¿Cómo lo hace?
¿Por qué?
La voluntad.
A través de la palabra y de la música.
¿Quién sabe?
G.-
Lo que decanta como tinta destilada son palabras y palabras. Pero, ¿cómo podemos asegurarnos que esto que decimos es esto que estamos queriendo decir? Lo indecible no es más que la marca flagrante del pasado que vuelve una y otra vez sobre el presente de los mortales, tal como la bruma vuelve al mar tras el paso de las olas por la costa.
¿Qué es la belleza,
sino ese instante en el que se detiene la vida
cada vez que tus ojos se detienen en los míos
y ven que este mar de energía
no está más que sumergido
en el movimiento suave de tu boca?
Tan sólo la vida sabe vivir lo que tras la marea del Estigia queda. Los espíritus recogen cartón y lo llevan hasta un desarmadero de la dignidad, donde una máquina motora surge de la nada para desgarrar la vida - otra vez - y hacerla trizas contra la voluntad.
La voluntad.
La voluntad de verte y verte, en terrores, en aciertos, en playas y en Caseros. Ver para creerte, tocar para sentirte, estar para estarnos. ¿Dónde se inmolan las palabras que arrojamos al sol?
¿Qué se manifiesta?
¿Cómo lo hace?
¿Por qué?
La voluntad.
A través de la palabra y de la música.
¿Quién sabe?
G.-
domingo, 16 de noviembre de 2014
Amaneceres
Busqué en tus ojos una respuesta,
pero solo encontré mil verdades
de esas que calan hondo
como una gubia trabaja para mil ebanistas
y este terco ropero que piensa por mí
se aprisiona en la oscuridad.
pero solo encontré mil verdades
de esas que calan hondo
como una gubia trabaja para mil ebanistas
y este terco ropero que piensa por mí
se aprisiona en la oscuridad.
No existo más que en sombras helicoidales,
no vivo más que para morir y renacer / siempre,
no pienso más que para dejar de pensar / te
taciturna e inquebrantable
tal como las montañas amenazan el avance del mar.
no vivo más que para morir y renacer / siempre,
no pienso más que para dejar de pensar / te
taciturna e inquebrantable
tal como las montañas amenazan el avance del mar.
Dejé que mis lágrimas se confundieran con la lluvia
en el preciso instante en el que se asume la carga
de la divina / pulcra / y molesta exactitud
de ver el adormecimiento y el despertar del sol
desde un mismo lugar / siempre.
en el preciso instante en el que se asume la carga
de la divina / pulcra / y molesta exactitud
de ver el adormecimiento y el despertar del sol
desde un mismo lugar / siempre.
La luz del día
como las hojas corriendo delante del viento
y la oscuridad de la noche
como la serenidad de los árboles anclados al suelo / renace
la luz / la oscuridad / el viento / la serenidad /
los árboles caídos derraman su savia
tierna savia
sobre el pasto seco que amarra la vida / de un extremo
y la muerte / del otro
tal como mis manos se aferran a tu voz / alba.
como las hojas corriendo delante del viento
y la oscuridad de la noche
como la serenidad de los árboles anclados al suelo / renace
la luz / la oscuridad / el viento / la serenidad /
los árboles caídos derraman su savia
tierna savia
sobre el pasto seco que amarra la vida / de un extremo
y la muerte / del otro
tal como mis manos se aferran a tu voz / alba.
G.-
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