sábado, 27 de enero de 2018

Aviso de muerte

Ya no hay cartas suicidas. Ahora se anuncia por redes sociales. La persona, simplemente, se va, se sumerge en esa vorágine descontrolada de goce perpetuo y satisfacciones inmediatas.

Mientras más se enteren, más efectivo es el mensaje. ¿Qué pasará por su cabeza en ese momento? ¿Acaso pensará en qué otra foto ha de subir mañana? ¿Nunca te lo preguntaste? Creo que todos lo sabemos. Sino, no se explica este circo de la muerte diaria a la que asistimos, sin preaviso, todos los días de la vida. A cada momento que pasa, nos matamos un poquito más. Ya nada queda.

Sólo polvo. Sólo silencio. Sólo olvido. El tiempo es de quien lo gasta y, como tal, nunca es, porque el tiempo se nos esfuma de las manos en el mismísimo instante en el que intentamos - siempre infructuosamente - asirlo.

Sin embargo, quedamos. Quedamos solos. Desvalidos de nosotros mismo.




Imagen de Think Lumi (https://www.instagram.com/thinklumi/)



G.-