sábado, 18 de junio de 2011

D

Desamparo

Es tarde y debería estar durmiendo junto a ella, en mi cama, como lo está ahora, bien arropada bajo mis frazadas.


Resulta paradójico pensar que algo que es “mío” la está cubriendo sin estar yo justamente con ella, arropándola. Me resulta extraño no poder dormirme estando con ella, estando tranquilo de que la tengo al lado, bien agarrada con mis brazos y que es poco probable la idea de que “se me escape”, tal como si fuera “algo”, una “cosa”, es decir, un objeto capaz de ser poseído y, por lo tanto, desmembrado como los gajos de una mandarina criolla llena de semillas que uno esparce por el suelo y luego crecen truncos arbolitos, cuajados y desvalidos por la contaminación ambiental y por la falta de cuidado.

Si ella se despierta y me ve sentado frente al monitor seguro se va a enojar y no va a ni siquiera querer mirar lo que escribo, o tal vez sí… seguro.

La cosa es que, no hay ninguna cosa. Intentémoslo pensar sencillamente…ardua tarea para mí que pienso las cosas diez veces para terminar diciendo y actuando contrariamente a lo cavilado. ¿Qué es “sencillo” entonces? Es responder claro y conciso, tal cual lo hice hoy con el “está bien” a su tan larga, pero consciente y acertada aseveración. Es lo correcto, coincido con ella, y en gran medida es “volver” al estadio originario, en el que físicamente nos habituábamos poco, pero nos sentíamos mucho. Porque frente al quiebre ontológico que se produjo recientemente, racionalizar así, es bastante tranquilizador y, por sobre todo, entendible y, por último, aceptable.

Desamparo. Es más que sentirse solo, es sentirse aislado, vacío, cruelmente separado del espejo en el que uno se aprecia y se reconoce y se confía. Confía. Confianza. Desamparada confianza. Confianza desesperanza. Qué difícil se me volvió la puta ecuación, cuando antes me era más que sencilla. Bueno, entonces no la pensemos en términos matemáticos: hagámoslo simple.

El desamparo es como la falta/ausencia de ganas, es como el cuadro administrativo sin el carisma, como la microfísica sin la micropolítica, como un deleite intelectual de cuarta como los intelectuales ultraorgánicos aburguesados que escupen saber manchado de “seguridad patrimonial”. Es como desistir en medio del pozo de la vida, ver el “todo” como si fuera la “parte” y la “parte” como si fuera el escroto…

Decisión

Ahora bien, cuando hay que elegir, hay que elegir, es una tautología sin vueltas, o algo así, creo que esa era la palabra, pero suena bien, como “por antonomasia”.

No busco que me entiendan, ¿entendés? Me siento mejor sin ser entendido o comprendido porque, más allá de que existan millares de cosas que no entendemos y otras tantas actitudes que no captamos ni alcanzamos entender los códigos que se reserva, yo prefiero seguir siendo un misterio. Es interesante, o al menos para alguien debe serlo. Pero cuando la causa del misterio se vuelve un misterio en sí mismo y cuando la forma de ser del misterio se vuelve causante común de todas las actitudes, lo que falta es decisión para parar la máquina y decir las cosas como son: misteriosas.

En resumidas cuentas: cuando hacés de la excepción una rutina, se te va todo para atrás y provocás el efecto contrario al deseado. Entonces los demás se cansan y el que en última instancia sale beneficiado es uno mismo.

Aún así uno se considere un “lobo estepario”, un loco cualquiera, un freak interesante, uno es nada. La nada es el todo que nos rodea y nosotros somos cuerpos de nada, qué pesimista, ¿no?

Entonces falta decisión, muchachos.

¿Cuál va a ser la tuya, entonces?

Aceptar las cosas como son, darle para adelante, ser y hacerla feliz. Porque al fin de cuentas, la sigo amando, la amo.

Yo ya elegí. Y elegí bien. Sigamos así. A no aflojar que ahora viene lo mejor.


G.-

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