martes, 5 de octubre de 2010

Intempestad

Estoy aquí,
sopesando el hastío
de mi frustración eterna,
etérea...

Una y otra vez
volver sobre el mismo andamio,
construir la misma pared,
derribar la misma verdad.

Doy dos pasos,
retrocedo el avance de dos luciérnagas
acercándose a mi rostro
convocándome al cántico colectivo
del desenfreno animal
para albergar una vez más
la esperanza de verte renacer
aún,
entre tantas tinieblas.

Formaste una nebulosa delante mío,
yo la adherí a mi Anhedonia
y solamente necesité un segundo
para saberme mío,
para ser solemnemente
pedregullo.

Quise tantear pisadas negras y blancas,
corroer marfiles enhiestos,
despotricar a diestra y siniestra,
entablar conversaciones con las cuerdas,
sacar de mí lo que estaba afuera.

Para luego sentir asco,
putrefacto espíritu el mío
que no se acongoja
con el sufrimiento de mis manos.

Mi cabeza vagando por doquier,
poder corroer y correr,
pedir y sentir,
ser y anhelar,
estar para mí,
seguir para allí.

Yo solo quería recorrerte,
nunca quise vulnerarte
solo conocerte,
ser tu huésped,
tu amante de living room,
tu pieza de ajedrez marchita,
tu rompe cabezas arma prosas,
tu intérprete empedernido.

Perdón...
Perdón por fallar,
por volver a intentar,
por obstinar mi mente,
mis lentes,
mis dientes ecuestres.

Perdón,
bandoneón,
perdón,
tus teclas,
perdón,
tu descanso rítmico,
perdón,
tu sinceridad profana,
tu metálica rudeza,
tu inherente belleza.

Solo te espero aquí,
destilando aguas,
perfilando amaneceres,
olvidando rencores,
recordando tiempo no arrivados,
escrutando el solsticio,
tu último hálito
signo de tu tenue estertor otoñal
de prosaica procedencia ancestral,
caoba negruzca de blancas terminaciones...


G.-

No hay comentarios:

Publicar un comentario